domingo, 15 de diciembre de 2013

Las Aventuras de Pirracas y otros sucesos inconexos...

Este es Pirracas. También conocido como Cat (Gato) por el guiri, que a todas luces es incapaz de pronunciar "Pirracas". Es incapaz, y punto, de recordar el nombre:

                        

Pirracas es uno de los gatos que vagan por los patios y jardines traseros de la zona en la que vivo. En realidad creo que se concentran entre tres casas, quizás aquellas en las que más les dan de comer o las que no tienen perros a los que torturar cuando se aburren.
Pirracas es blanco, con una cola tigreada en grises y negros, y ese gris surcado en la cabeza. Hay otro gato ciego, que camina con la cabeza de lado. Y uno marrón y negro, y otro en tonos grises que parecen ser los mayores de la colonia. Y otro más, negro como la pez que es el bully de la familia.
Cuando vimos a Pirracas por primera vez, maulló tímidamente y le dimos leche y algunas sobras de comida. Se lo zampó todo y siguió volviendo a por más. Si dejo la puerta del patio abierta, entra sin pudor y ya nos deja acariciarlo. A veces. Cuando quiere. Porque él es nuestro master y señor. 
Una vez probé a cerrar la puerta del patio con Pirracas dentro, a pesar de que el guiri me dijo que le iba a volver bananas. Pero no. Pirracas intentó -tras comerse una lata de atún- regresar por donde había venido y al encontrar la puerta cerrada, se paseó por el baño, el salón y subió escaleras arriba. Pero volvió a bajarlas y se instaló cómodamente bajo una silla de la cocina. Luego le abrimos la puerta, que ya se sabe que los invitados... cuanto menos mejor.

Llegados a este punto, una sutil aclaración: a mí nunca me han gustado los gatos, pero no tampoco hasta el punto de que me disgusten. Simplemente no tendría uno. Me encantan de pequeñitos, pero una vez alcanzado un peso y un tamaño, me pasa como con los niños: que pierden la gracia. Los perros, sin embargo, me encantan cualquiera que sea su tamaño o su peso. (Bueno, odio a los Yorkshires y lamechichis).

Volviendo al hilo, Pirracas se ha acostumbrado a entrar tranquilamente o a pedirnos comida desde el poyete exterior de la ventana de la cocina. Ya incluso compramos latas de comida gatuna (le encanta la de atún o la de pollo en gravy). Siendo un gato vagabundo, no estoy por la labor de complarle un plato, pero sí tiene un contenedor negro, que anteriormente alojó un par de chuletas de cerdo. Cuando no estamos en casa o pasamos el fin de semana fuera, lo tira por ahí, lo pone boca abajo y así nos muestra "nuestro abandono".

Pero lo de anoche no tiene nombre.

Los Sábados por la noche solemos -si no salimos- ver un par de películas, y anoche no fue diferente. Tras ver "Now you see me" y "This is the end", nos acostamos a eso de las 4am. Esta mañana, yo me he despertado con unos perros ladrando en la calle y a eso de las 10.30 he decidido levantarme. Me he puesto a terminar unas cosas que tenía pendientes del trabajo y me han empezado a rugir las tripas, por lo que decidí bajar a desayunar.
Al ir a entrar en el salón para abrir las cortinas de la ventana, un refejo fugaz, una cola gris y un culo blanco que me era muy familiar casi me produce ese ataque al corazón que trato de evitar a toda costa combatiendo mi desaforada presión sanguínea. ¿Pirracas escondiéndose tras el sofá...? Un momento... ¿cómo ha entrado Pirracas en casa...? Compruebo que tanto la ventana de la cocina como la del baño (únicas que conducen al patio, así como la puerta) están herméticamente cerradas.
El guiri, ese ser que aún dormía a pierna suelta arriba, fue el único en ver a Pirracas anoche, dándole algo de comer y llenándole el contenedor de la leche. ¿Se había despistado y el gato había entado en casa? ¿Y cómo es que no ha hecho ruido en toda la noche, ni lo hemos visto ni en la cocina ni en el baño ni en el salón en toda la madrugada...?
Traté de sacarlo de detrás del sofá con una lata de atún, con palitos de cangrejo y abriendo la puerta principal y la de atrás (me daba igual por donde saliera) pero no hubo modo. Su ruta de escape fue, primero saltar sobre el fregadero, resbalando sobre platos y vasos apilados, e intentar subir hasta la parte de arriba de la ventana que es por donde se abre, escrapallando todo lo posible a su alrededor y tirando cosas, claro. He intentado acercarme y me ha sacado los colmillos, tras lo cual ha saltado a la encimera, de ahí al congelador, del congelador al humidificador, de ahí a la mesa y de la mesa... al suelo y escaleras arriba, de donde no quería bajar... ni dejarme subir.
He gritado hasta que he despertado al guiri, he sorprendido a Pirracas y entre los dos hemos podido indicarle el camino afuera, tras media hora maullando al compás del gato ciego que tras verlo por la ventana, ha debido sentir morriña (pero bien que se meten mamporros por la comida).
Pirracas, no te quiero de ocupa: tu sitio es el jardín trasero y el patio, y el jardín del vecino y el techo de mi cuarto de baño. 
Creemos que entró por la ventana de la cocina que Jay dejó abierta mientras se preparaba la cena. Dónde se metió, no sé, pero me queda la labor de desinfectar media casa, porque no sé si durante su estancia habrá tenido necesidad de... ya sabéis qué.

En otro ámbito de cosas, aunque he estado parca de palabras por los blogs y no he escrito nada en éste mismo, no ha sido por esa falta de tiempo que aducía durante mi tiempo en Marrietta. Es simplemente, porque ahora que tengo tiempo, estoy en control de decidir qué hacer y cuándo. Salgo bastante, a pasear y de compras. He estado preparando documentos y guías para un grupo de Facebook de españoles en la city. He estado estudiando (sí, pasé ambos exámenes de la Manzanita y ya soy empleada oficial). He estado viendo series hasta que se me caían lso ojos, y decorando la casa para estas fiestas tan coloridas. Y yendo a visitar mercados de navidad. Y comprando libros que se me acumulan (este año mi revisión de libros anuales va a ser una caca porque con la mudanza y el trabajo ya-sabéis-dónde, no he tenido tiempo de leer tanto como quisiera y no he llegado ni a la mitad de lo leído el año pasado).
Pero estoy disfrutando de la vida y de mi recuperada libertad, y del poder de elección, y de la comida sin importarme engordar (siempre hay tiempo para perder kilos), y redescubriendo un mundo que ya me tenía hastiada.
En otras palabras, mi vida es como la de Pirracas: despreocupada.
Y a lo mejor un día os cuento la historia del pescadero del English Market que se hizo famoso por una simple pregunta de la Reina Elizabeth cuando visitó Cork hace un año (le preguntó la buena señora cómo se llamaba el pescado que le señaló) y cómo dicho pescadero ha escrito un libro sobre ello y su vida en general. 

6 comentarios:

chema dijo...

jeje, es que los gatos tienen una habilidad para colarse silenciosamente por cualquier resquicio que les dejes... no puedes bajar la guardia!

Lucía dijo...

Si le habéis dado leche un día, ya volverá muyyy a menudo. Mi hija lleva tiempo pidiendo un gato, pero lo estamos retrasando todo lo que podemos porque en un piso, es un rollazo. Para tener animales en casa hay que tener un jardin por lo menos, eso creo.

Candela. dijo...

Estoy de acuerdo contigo, Lucía. Yo solo cogería un perro si tuviera un jardín acepotablemente grande para tenerlo y que se ejercitara o pasara la mayor parte del dia (de los walkies ya se iba a encargar el guiri a no ser que fuese yo específicamente a caminar, pero sacarlo porque hay que sacarlo, no estoy por la labor). Y un gato, menos. Yo prefiero estos salvajes, son desagradecidos igual pero no tengo que estar limpiando sus desperdicios ni me huele la casa como un meadero

Candela. dijo...

Porque a mí me iba a oler, que si no queiro sacar a un perro de paseo, imagina limpiar mierda de gato! XD

Geno dijo...

Que confianzas se ha tomado Pirracas, mirale, jajajjaja. Eso sí, guapo es un rato guapo el gato

Mercedes dijo...

jajajaja, me encanta el nombre que le has puesto. Y es verdad que es precioso, pero claro, mirándolo en foto, a mí es que los gatos no me hacen mucha gracia. Encima las confianzas que se ha tomado es la leche, jajaja... En fin, ya veremos las nuevas aventuras de Pirracas, si habéis tenido que ponerle una cama y todo. Besossssss