jueves, 13 de febrero de 2014

Las aventuras sin fin de un gato ciego y compañía

Creo que me estoy convirtiendo en la Señora de los Gatos. Yo antes vivía entretenida con lo que pasaba en mi calle de Limerick, como Vieja del Visillo, con los accidentes en la intersección y los bomberos cada dos por tres en la calle vecina. Pero claro, me he mudado a un barrio que en sí es como un pueblo, donde casi nunca pasa nada... Bueno sí, hace unas semanas, a eso de las 11 de la noche vinieron los bomberos porque les habían llamado que salía humo de dos casas más abajo pero parece ser que fue una llamada malintencionada porque ni humo ni fuego, ni nada (afortunadamente).

Igual acabo como Eleanor Abernathy, la señora loca que arroja gatos en Los Simpson. Porque ganas no me falta de arrojar lejos a más de uno... ¡esto es una invasión!

Empeamos siendo adoptados por una gata blanca a la que yo sigo llamando Pirracas y el guiri ha rebautizado como "Miau-Miau" porque ella pide por esa boquita. Conmigo se llevaba de fábula pero ahroa definitivamente se ha encoñado con el guiri y a mí solamente me deja acariciarla cuando quiere comida.

Miau-Miau se sabe mis horarios y me espera cuando bajo a desayunar, cuando bajo a comer y en mi segundo break, y luego cuando llega el guiri sobre las cuatro ya no se mueve de casa. Primero se encariñó con la silla de la cocina...


Ahí se echaba siestas napoleónicas, y a menudo teníamos que azuzarla para que cogiera las de villadiego y se fuera a dormir con la familia que la estaría echando de menos. Pero estos días, con la tormenta y el frío descomunal que ha hecho, nos ha dado pena y la hemos dejado dentro hasta que el guiri se ha ido a la cama, a eso de la 1.30-2 de la madrugada, pero tenemos miedo de que si la dejamos dentro toda la noche,  empiece a maullar a las cuatro de la mañana y se arme la de San Quintín. Eso sí, ella lo intenta, acoplándose en el sillón a sus anchas...


Y luego está el gato ciego, Blindy (antiguamente conocido como Pascualín). Llegó casi a la vez que Pirracas-Miaumiau, y le eché la bronca al guiri por darle de comer, porque era un gato feo y tuerto que me daba repelús y a quien le faltaba un diente y no paraba de llorar como un cretino. ¡Y qué es esto de que venga uno y se traiga al amigo a comer también! Pero al final comprendimos de que este pobre minino es el más castigado de la gatería, que está compuesta por 5 gatos en total. Creemos que Miau-Miau y Blindy son hermanos, y desde luego Miau-Miau le cuida y le da cariñitos.



Con Blindy nos empezamos a encariñar (sobre todo yo) cuando el guiri se atrevió a acariciarlo un día y no solo le dejó sino que pidió más, y a veces viene ya no buscando comida sino arrumacos. Mientras que Miau-Miau no nos dejó tocarla hasta pasadas unas buenas semanas de alimentarla a diario 3 veces, Blindy se deja tocar sin tapujos y te pide más. Incluso la semana pasada me dejó cogerlo y tenerlo todo a lo largo, con su cabecita en mi hombro. Es un amor de gato, y el pobrecito, tuerto de un ojo y ciego del otro, me da mucha penita. La idea es cogerlo un día y con la ayuda de una amiga voluntaria en una asociación de animales llevarlo a un veterinario a desparasitarlo y a ser posible acostumbrarlo poco a poco a la casa y adoptarlo a tiempo completo. Porque lo que tenemos claro es que si nosotros no lo hubiéramos alimentado, se habría muerto hace ya tiempo. 




Si Blindy y Miau-Miau son hermanos, la diferencia de tamaño es considerable y hasta hace poco ha estado muy desnutrido (ahora le doy ración doble de comida y treats). Y estamos convencidos de que son hermanos porque ambos comparten colores y porque los "padres" están también tomando el solete sobre el techo de mi cuarto de baño y utility room cuando pueden (o espiando en las sombras a ver si pueden robar comida). 


Del gato negro hablaremos luego. Ahroa me concentraré en el del medio, que es grisáceo y en el de color rojizo que creemos son los padres de Blindy y Miau-Miau porque esos son los colores que ambos tienen. El pelaje de Blindy es gris estriado con las patitas blancas y mechas rojizas en la cabeza y Miau-Miau es banca con gris sobre la cabeza, la cola y manchas aquí y allí y unas mechitas rojas mezcladas con el gris de la cabeza y un parche rojizo tras una pierna. Al gato gris se le ve poco, de hecho ya hace un par de semanas al menos que no le veo. La roja es preciosa y super tranquila. Ni se acerca demasiado, ni pide, ni maúlla, ni da por saco.


El gato negro es otro cantar. Es un completo psicópata, un gato-vampiro que tiene los colmillos demasiado alargados y finos y cuando cierra la boca le sobresalen sobre los labios. Y es feo de narices. Y malvado. Con esa maldad psicopática que no necesita un motivo. Suele colocarse en el tejado y mirarte desde arriba, maullando para pedirte comida. Y cuando lo ignoras, te bufa. Y no solo te bufa sino que ataca a los otros gatos, sin otra razón que los celos. 


La semana pasada durante mi media hora de comida, como me tocó el lunch temprano y no tenía mucha hambre, estuve jugueteando con Blindy. De hecho fue el día que lo cogí en mis brazos. Le dí más de media lata de comida y me quedé allí con él hasta que terminó porque el otro esperaba arriba de las escaleras del jardín contiguo, por donde tiene que regresar luego Blindy a donde sea que pase el resto del día. Así que cuando acabó mi media hora de almuerzo subí a mi estudio/odicina, cuya ventana da a mi patio y Blindy estuvo un buen rato llorándole al negro cabrón para que le dejara pasar. Este lo intimidaba acercándose cada vez más hasta que se enzarzó con él con garras y dientes rodando por la hierba. Ni mis gritos por la ventana (que pa qué le grito yo a un gato que no me entiende) ni loi primero que encontré a mano que le tiré y no hizo diana (estaban demasiado lejos, pero digo igual con el ruido lo deja en paz) lograron nada. Tiré mis auriculares sobre la mesa y a pesar de arriesgarme a que me entrara una llamada y no estuviera en mi puesto, bajé pero ya se habían ido.
Y todo, ¿por qué? porque el Gato Negro es el candidato ideal para un casting de película de terror y porque es el rey del mambo, el bully de la manada.




Es sucio y feo, feo de cojones. Y no me cabe la menor duda de que la ceguera de Blindy está causada por este... este... belcebú felino.

Y claro, como me paso ocho horas sentada frente al ordenador y una ventana de cara al patio/traseras de las casas, me observo su vida en la distancia, molestando al perro de los polacos, tomando el sol en el tejado de mi baño o en la ventana que da sobre mi escalera, peleándose por los matorrales o simplemente... gatuneando.

Y a mí no me gustaban los gatos... 


4 comentarios:

chema dijo...

el otro día estuve a punto de preguntarte en facebook: por qué se llama blindy, qué le pasa, que el pobre no ve? ahora ya está claro.
es verdad, los gatos que merodean por un mismo lugar es muy posible que todos sean de la familia. se emparejan, se reproducen y por allí se quedan...
el negro intimida un poco, podría ser el del cuento de edgar allan poe, jeje.

Geno dijo...

Joer con el gato mafioso ese

Mercedes dijo...

El negro da miedo, jajajaja..., pero bueno, a mi es que los gatos me dan miedo, no me fio de ellos. Aunque Blindy parece un amor, que penita si es cierto que lo maltrata el otro gato abusón. Anda que te ha caído una buena, jeje...

Gen dijo...

Ay, Ruth,tanto hacerte la dura y estás a un paso de convertirte al club de las locas - y locos, eh - de los gatos:)) Haréis muy bien en adoptar al pobre Blindy. Si el negrito sigue dando la lata me lo enviáis a casa.Tengo debilidad por los gatos negros y si, a mi me parece toda una belleza.