jueves, 18 de junio de 2015

Recibido. Cambio y corto.

Mamá decidió un día no tirar los viejos walkie-talkies. Extraño, cuando se ha deshecho de cosas mucho más valiosas sentimentalmente, o mucho más curiosas, como mis recortables en aquella vieja caja de zapatos, el tente o el lego. Y tantos otros juguetes que se regalaron a niños más necesitados, con suerte, si no acabaron directamente en la incineradora.

Cuando fui a recoger el viejo magnetofón y otras cosas que ya os enseñaré, me sorprendió al sacar los viejos talkies y me dijo... "¿los quieres?"

¡Que si los quiero! Apenas pude contener los dos lagrimones que pugnaban por liberarse de mis pupilas al ver aquellos compañeros de juego de mi infancia. ¡Cuántas aventuras vividas juntos! Con mi walkie-talkie me convertía en un Angel de Charlie; en una espía secreta, en una policía de incógnito o en una luchadora del Vietcong. Todo era posible en el pasillo largo de casa con todas las puertas cerradas y la oscuridad total, huyendo de puerta en puerta, agazapada en las sombras, refugiándome en la soledad de alguno de los dos baños, mientras mi hermana, el aliado perfecto, esperaba bajo las faldas de la mesa camilla de la terraza...



Creo que mi madre no los ha tirado porque en el fondo, aunque lo niegue, es una nostálgica de pro y le daba pena que cuando los compró mi padre -posiblemente en sus travesías cuando era marino bien al desembarcar en Canarias o Ceuta-, y fueron bastante caros en la época. 

Auún no he probado si funcionan. Están cubiertos de una vuelta de celo, tal vez las tapas iban flojas, pero estoy segura de que funcionan. ¡Quién sabe qué aventuras puedo idear con ellos si aún viven!

3 comentarios:

chema dijo...

los niños de ahora no sabrán lo que es un walkie talkie. fue el preludio de los teléfonos móviles, si es que no hay nada nuevo bajo el sol! ^_^ si funcionaran sería divertidísimo.

Geno dijo...

¡Que guaaayyy! Yo también tenía unos pero ahora mismo no tengo ni idea de que pudo ser de ellos...

Gen dijo...

¡Qué suerte que los conservara! La cantidad de cosas antiguas de las que me arrepiento haber tirado o dado...