miércoles, 12 de marzo de 2025

Lola Montez

 Hay una canción de la banda danesa Volbeat llamada "Lola Montez" que habla de esta histórica y nada reivindicada figura femenina. Un ejemplo de mujer emprendedora, una cortesana, bailarina y amante del Rey Ludwig I de Bavaria, quien la convertiría en Condesa de Landsfeld.

En un tour caminando por las calles de Munich también nos dijeron que la canción Copacabana de Barry Manilow mencionaba a esa "Lola" showgirl basada en ella pero creo que esto se basa más en la imaginación del guía que en la realidad, si hacemos una rápida búsqueda de la historia de esa canción, por lo que lo dejo ahí.

De lo que no cabe duda es de que era una mujer hermosa que cautivó al hasta entonces felizmente casado Ludwig I y a la vez se ganó la animadversión de sus vasallos.

Lola Montez se vendía a sí misma como una bailarina y actriz española, nacida en Sevilla nada menos. En realidad había nacido en Sligo (Irlanda) en 1821 y su nombre era Eliza Rossana Gilbert, eso sí, de buena familia, y había vivido en Liverpool brevemente y en India. Parece ser que no fue una niña modelo y era un poquito rebelde y asalvajada, quizá porque su padre había muerto de cólera al poco de llegar a la India y su madre se había vuelto a casar apenas un año después. Sus gamberradas incluyeron ponerle flores a la peluca de un anciano durante misa y correr desnuda por las calles. A los 10 años, regresa con su madre y padrastro a UK, donde es recuilda en un internado para continuar su educación, aunque esto desde luego no apaciguó su caracter aventurero.
A los 16 años se escapó para  casarse con un lugarteniente del que se separaría cinco años después de vuelta en India.

Y es aquí donde comienza su carrera como bailarina bajo el nombre de Lola Montez, pero cuando quiso continuar su danza en Londres, se la reconoció como la esposa del lugarteniente, lo que le puso barreras. Así la cosa, decidió seguir su vida en Europa, consiguiendo éxitos en París y en Varsovia. Es por esta fecha también que se rumorea comenzó a aceptar favores de adinerados señores, lo que le valió ser considerada una cortesana (y poco que le importaba).

Tuvo un romance con Franz Liszt, que la introdujo en el mundo cultural y literario parisino y fue amiga de George Sand y Alexandre Dumas (y supuesta amante de este último también). Conoció a Alexandre Dujarrier, dueño de un periódico con el cual mantuvo una relación amorosa que la ayudó a revitalizar su trayectoria como bailarina. Este affair le costó la vida a Dujarrier, que tras una pelea en una fiesta, ofendió a uno de los invitados a costa de Lola y la cosa acabó en duelo.

En 1846 se traslada a Munich y es aquí cuando se convertiría en la amante del Rey Ludwig I. Como comenté más arriba, esto no sentó bien a los bávaros, que amaban a su reina y que despreciaban a Lola por su carácter a veces arrogante y altivo. Tampoco ayudó que se descubriera que estaba intentando no solo conseguir la nacionalidad, sino también ser "promocionada" a noble, que acabó ocurriendo cuando su amante la convirtió en condesa un año después de su llegada al país. Este título, por supuesto, venía acompañado de una generosa anualidad monetaria. Lola, además, ejerció el privilegio de su poder con fines políticos, manipulando al rey para que se deshiciera de su Ministro de Estado que se había opuesto a que se le concediera la nacionalidad y su título de condesa. Esto llevó a una revolución estudiantil que hizo que el rey cerrara la universidad. La revolución no acabó ahí ni mucho menos. En marzo de 1848 la presión social y política hizo que se reabriese la universidad y Ludwig abdicó en favor de su hijo Maximilian II. 

Lola salió pitando de Bavaria, dejando atrás su pugna detrás del trono. La huída (hacida delante, que esta mujer nunca tomó un paso atrás), la llevó a Suiza donde esperó en vano que Ludwig se reuniese con ella. Al final regresó a Londres donde conoció al que sería su siguiente marido, un oficial de caballería que acababa de heredar. Sin embargo los términos del divorcio de su primer esposo, aquel del que se separó en India, no permitía que ninguno de los contrayentes volviese a casarse mientras el otro estuviese vivo, por lo que para evitar una acusación de bigamia comenzada por la tía solterona de su primer marido, abandonaron el país y se fueron a vivir a caballo entre Francia y España. Sin ambargo las relaciones amorosas tenían fecha de caducidad con Lola y enviudaría unos años más tarde cuando el oficial de caballería falleció de tuberculosis.

Y Lola hizo las maletas una vez más y se marchó a Estados Unidos en 1851, donde consiguió un gran éxito en los escenarios y tan solo un par de años después se volvería a casar con un periodista con el que se mudó a California. La cosa no iba a durar y un turbio divorcio después incluyó el asesinato de un médico involucrado en el procedimiento (no pregunten).

En 1855 decide reinventarse de nuevo como artista y con los baúles ya como la Piquer se embarca a Australia donde danzará para mineros y buscadores de oro. Aquí es donde hace famoso uno de sus bailes: El Baile de la Araña, que nada tiene que ver con otros bailes míticos como el de los Pajaritos o el del Gorila o la Macarena. Ele baile o danza de la araña tiene tintes eróticos, levantando las faldas para que la audiencia pudiese ver que iba bailando en comando. Por supuesto la prensa la llamó de todo menos bonita y las familias respetables de Melbourne dejaron de acudir al teatro y su show, obviamente, se vio afectado con pérdidas económicas importantes. Leer las críticas no ayudaron al carácter impredecible de la Montez, que ni corta ni perezosa atacó con un látigo al editor de uno de los tabloides cuando no le gustó su vituperio. Sin embargo su baile de la araña cosechó gran éxito entre los mineros y los miembros del ayuntamiento municipal de una de las poblaciones donde se presentó el show. aunque acabó como el rosario de la aurora también debido a los improperios soltados por Lola cuando el público no dejaba de interrumpir su actuación.




En 1856 se vuelve a San Francisco pero sus éxitos en el show business nunca se repetirían y al año siguiente se reinventa como académica dando charlas sobre moralidad en Gran Bretaña y en América, con textos escritos por el Reverendo Charles Chauncey Burr, y ayudaría a la rehabilitación de mujeres de la calle.

Lo que no cuenta la Wikipedia o algunos otros artículos, libros a tal efecto es que también fue Madame de un burdel en América. Llegados a este punto, os preguntaréis por qué reivindicar la figura de una mujer como otras tantas en el mundo: bailarinas exóticas mintiendo sobre sus orígenes y ganándose la vida. Por qué reivindicar a una mujer aparentemente fría, calculadora, ambiciosa, de posiblemente moral relajada.

Pues... porque en esos años, sobrevivir no debía ser cosa baladí y mientras hoy muchas mujeres tienen un mercado laboral a su disposición, estamos hablando de unos años en los que pocas mujeres tenían acceso a educación y a trabajos decentes. Ella bailó, abró un prostíbulo (empresaria!), dió conferencias, ayudó a mujeres en situición precaria, y tiene además la curiosidad de ser la primera mujer fotografiada con pantalones y también fumando (no he encontrado fotos en pantalones).


Lola murió muy joven, demasiado para alguien con una vida tan intensa. Había contraido sífilis y fallecería en 1861 con tan solo 39 años. Está enterrada en Brooklyn.

El retraro que he utilizado al comenzar esta entrada se halla en el Palacio de Nymphenburg en Miunich, en la Galería de Bellezas del Rey Ludwig I y su autor es Joseph Karl Stieler y está acompañado de otras bellezas singulares.








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