Inauguro esta seccion cuyas puertas he abierto a vuestra colaboracion, con un relato que amablemente ha querido crear Manuel, marido de Elsa, Estheriano compulsivo y provocador, como homenaje a una persona muy querida. Recordad que podeis enviarme cualquier escrito a: r_memole@hotmail.com.
Hace 10 años conocí a una gran mujer llamada Fuensanta, un bonito nombre por cierto. Le gustaba contarme anécdotas de su vida al principio de conocerme, para más tarde ya relatarme casi con pelos y señales su dolorosa existencia. Se lamentaba de haber hecho esto y no lo otro, de no haber tomado otras decisiones, su estado general era el de "la lamentación".
Se sentía culpable de que por ella los suyos no fueran todo lo feliz posible. Nació en un pueblecito de Cáceres, en la España profunda unos años antes de la nefasta Guerra Civil. Su madre murió con 44 años dejando 9 hijos, 4 varones y 5 mujeres. Fuensanta era la segunda e iba detrás del mayor. Tenía 14 años y por ser la mujer mayor de la familia, ya se puede suponer lo que le esperaba. A todos nos contaba que en el lecho de muerte de su madre, le prometió cuidar de todos sus hermanos, y tanto lo cumplió que en parte o todo, fue su perdición.
Los años pasaban y a Fuensanta "habrá que casarla", se decian los hombres de la familia. Por casa venía muy a menudo un chico llamado Pascual, serio, poco hablador, o más bien nada, cara de poco espabilado, y que parecía muy cortico de entendederas. Como quien no quiere la cosa, o sí la querían los cerrados y botarates hermanos, se hacen novios Pascual y Fuensanta. Antes los bestias de la familia ya habían ahuyentado a más de un pretendiente a base de sustos y palizas, pues no eran nadie los machitos.
También me contó, cómo en aquellos tiempos para "sujetar" a una hembra, "medio se la violaba", como decía ella, y si ya había sido manoseada nadie más la querría, y muchos mozos es lo que hacían para después pregonear por el pueblo que la presa ya era suya. De esta manera quedó preñada de Pascual, pues no valía ni para medio violarla, sino que hizo el trabajo entero.
Días antes de la boda, le pidió que por favor no se casara con ella, que la dejara marchar, que no le quería.
- "¿Pero como no me quieres si somos novios? ¿Si tus hermanos y mi madre están de acuerdo? ¿Si tienes un hijo mío? ¿Pero qué tonterías dices?"
Esas eran las respuestas del novio. La pobreza de aquellos años los llevó a todos a Barcelona, y ¿Sabéis quién tenía que cuidar de todos, marido, hermanos y hermanas además de la primera hija? Pues claro: Fuensanta.
Con el tiempo se pudo librar de los hermanos, pero no de su carcelero. Tuvo 4 hijas y para sacarlas adelante tuvo que coser muchísimos vestidos, por la noche acostarse con el hombre que nunca quiso, aunque creo que no le echaba toda la culpa a él, pues era un pobre desgraciado. La culpa se la echaba a ella misma por no haber tomado otras decisiones y haber sido más valiente. Sus 4 hijas, más su hermana pequeña Diamantina -otro bonito nombre-, habían sido su lucha y consuelo.
Cuando ya jubilada, intentando separarse de él, parecía que le llegaba su libertad, le vino un cáncer maligno que se la llevó en pocos meses. Su tercera hija es Elsa y guardamos en un cofre parte de sus cenizas. Yo, su yerno estoy feliz de haberla conocido y alegrado un poco la vida de tan excelente señora.
Manuel
Los años pasaban y a Fuensanta "habrá que casarla", se decian los hombres de la familia. Por casa venía muy a menudo un chico llamado Pascual, serio, poco hablador, o más bien nada, cara de poco espabilado, y que parecía muy cortico de entendederas. Como quien no quiere la cosa, o sí la querían los cerrados y botarates hermanos, se hacen novios Pascual y Fuensanta. Antes los bestias de la familia ya habían ahuyentado a más de un pretendiente a base de sustos y palizas, pues no eran nadie los machitos.
También me contó, cómo en aquellos tiempos para "sujetar" a una hembra, "medio se la violaba", como decía ella, y si ya había sido manoseada nadie más la querría, y muchos mozos es lo que hacían para después pregonear por el pueblo que la presa ya era suya. De esta manera quedó preñada de Pascual, pues no valía ni para medio violarla, sino que hizo el trabajo entero.
Días antes de la boda, le pidió que por favor no se casara con ella, que la dejara marchar, que no le quería.
- "¿Pero como no me quieres si somos novios? ¿Si tus hermanos y mi madre están de acuerdo? ¿Si tienes un hijo mío? ¿Pero qué tonterías dices?"
Esas eran las respuestas del novio. La pobreza de aquellos años los llevó a todos a Barcelona, y ¿Sabéis quién tenía que cuidar de todos, marido, hermanos y hermanas además de la primera hija? Pues claro: Fuensanta.
Con el tiempo se pudo librar de los hermanos, pero no de su carcelero. Tuvo 4 hijas y para sacarlas adelante tuvo que coser muchísimos vestidos, por la noche acostarse con el hombre que nunca quiso, aunque creo que no le echaba toda la culpa a él, pues era un pobre desgraciado. La culpa se la echaba a ella misma por no haber tomado otras decisiones y haber sido más valiente. Sus 4 hijas, más su hermana pequeña Diamantina -otro bonito nombre-, habían sido su lucha y consuelo.
Cuando ya jubilada, intentando separarse de él, parecía que le llegaba su libertad, le vino un cáncer maligno que se la llevó en pocos meses. Su tercera hija es Elsa y guardamos en un cofre parte de sus cenizas. Yo, su yerno estoy feliz de haberla conocido y alegrado un poco la vida de tan excelente señora.
Manuel
No hay comentarios:
Publicar un comentario