Terminamos 2019 con todo lo importante cogido: el hotel y la ceremoniante.
En enero de 2020 tras firmar todos los contratos con Geraldine,nuestra ceremoniante humanista, me quedó todo más claro respecto a cómo funcionan las bodas legales seculares aquí.
Podíamos casarnos por lo civil n el registro, pero es una ceremonia fría y totalmente dedicada a firmar los papeles y adiós, prácticamente. Ni el Giri ni yo somos religiosos pero tampoco queríamos una ceremonia fría sin más. De ahí el decidirnos por una ceremonia humanista,basada en el respeto mutuo con un tinte feminista,en el que la mujer no es "entregada" a su pareja ni tampoco se convierte en una ceremonia aburrida (espero) y vacía de palabras. Geraldine es poetisa y escritora, razón por la que decidí escogerla entre todos los ceremoniantes disponibles.
Y llegó el Covid. Tuvimos suerte porque la ecatombe llegó dos días después de nuestro regreso de vacaciones en Riga (Letonia). Una semana de esparcimiento done la gente aún pensaba que estábamos a salvo de algo más que una gripe fuerte que estaba contenida.
Aún así en otros ámbitos (laboral sobre todo),no nos afectaron los cierres. Con los bares cerrados,mi hígado agradeció el descanso y al principio llevé mal el no salir a tomar unas cervezas los viernes o a comer cada semana. Luego nos fuimos ajustando, pero eso no tenía nada que ver con la boda, ya que esperábamos que llegado Mayo del 2021 todo estuviera ya controlado y volviésemos a la normalidad. Sonsa!!
Igualmente, el dinero ahorrado en salidas lo empleé para comprar cosas relacionadas con el evento,cosillas que normalmente se dejan para el final o en las que no se piensan demasiado. Lo que tenía claro es uqe no deseaba cosas superfluas. Tengo muy claro que no quiero una tarta,algo totalmente prescindible. Quizá me decida por cupcakes. La razón puede ser un tanto egoísta: soy diabética. Y si yo no puedo comer tarta, me parece un poco cruel ver a los demás comerla. Sobretodo cuando el menú de la comida tiene una selección de 5 postres minis para cada persona.
Lo primero fue el vestido. No quiero tampoco un vestido de boda. Ni soy gallina pa caldo,ni me gustan demasiado. Siempre me han encantado los vestidos años veinte,de los cuales tengo algunos,y una inmensa colección de sombreros. Así que me decanté por uno color melocotón pálido. Y unos zapatos plateados de Jimmy Choo, porque una boda sin zapatos de diseño es como panadero sin pan.
Después llegó la diadema (porque soy muy reinona), los regalitos para los invitados, los props para el Photocall, el marco del photocall, el álbum de firmas,los bolígrafos (muy yo), las invitaciones... ¿me dejo algo en el tintero? Posiblemente.
Llevo tres damas de honor. Les he comprado y entregado sus vestidos, color burdeos, largos.
Y tal y como llegaba elinal del 2020 medaba cuenta de que nada de esto iba a suceder. Durante el confinamiento, las bodas se han visto reducidas a 25 invitados. Quitar a 10 personas de mi ya reducida lista era un no-no para mí.
En caso de confinamiento (nivel 5 como el que tenemos ahora mismo),las bodas se reducen a 6 invitados.
También habría que añadir que para viajar -Irlanda no ha comenzado a pedir PCR para poder entrar hasta el 16 de Enero del 2021), habría que hacer 14 días de cuarentena -con o sin PCR- o una PCR al quinto día y si sale negativa ya puedes dejar de hacerla.
Muchos de mis invitados ya comenzaron a avisar que posiblemente no vendrían y con cuánto tiempo de antelación debían avisar.
Decidimos aplazar la boda un año, con la esperanza de que -como se espera- la vida vuelva a la normalidad en verano de este año (dentro de sta NUEVA normalidad). La mascarilla es lo que menos me preocupa, pienso llevarla durante mucho, mucho tiempo. Es algo que de hecho ya quería llevar con antelación en ciertas circunstancias.
Cambiamos la fecha al 28 de Mayo de 2022. El hotel tenía ese día libre, por fortuna. Tras confirmar con ellos, tocaba consultar con la ceremoniante. La hora que teniamos originalmente con ella (3pm) ya estaba cogida por otra boda en otra localidad, así que hemos tenido que cambiar a las 11 de la mañana. sin problema.
Había contratado también a una arpista y cantante. Es un isntrumento cuyo sonido me fascina. Tocará media hora antes del comienzo de la ceremonia y posteriormente durante la recepción antes de comer. Tampoco tuvo problema ajustando su horario a ese día.
Mandé hacer unas tarjetas con el cambio de horario y día. Y metí la pata hasta el gorro porue puse la hora a las 11.30 en lugar de las 11.
Nada que un rotulador no pueda cambiar!
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